Habíamos salido la noche anterior. Cuando abrí los ojos ese domingo mi gato estaba acostado al lado mío, pegado a mí. Eran las 8 de la mañana y mi marido dormía. No lo pensé, abrí el cajón de mi mesita de luz y me fui con el test al baño.
"El gato está raro", pensé. Además, ese test en mi mesita de luz ya me estaba presionando muchísimo, íbamos como cinco meses buscando un bebé. "Me hago el test y lo tiro, no estoy embarazada. Me va a dar negativo, como las otras veces".
Apurada por hacer pis y con el gato llorando del otro lado de la puerta del baño, leí las instrucciones.
No terminé de apoyar el test cuando vi claramente el +. Empecé a temblar, a leer las instrucciones de nuevo, me miré al espejo y... lloré. Lloré como nunca antes, fue un llanto distinto. Felicidad, incertidumbre pero sobre todo sin entender del todo lo que estaba viviendo.
Cuando abrí la puerta del baño, mi marido estaba sentándose en la cama... "Fernando, creo que estoy embarazada... bah, creo no... dio positivo... estoy embarazadaaaaaaaa!!!!!!!!!!!". Decir que casi lo infarto es poco.
Lo acompañé al baño, leimos las instrucciones. Al día siguiente me sacaron sangre para hacer la confirmación del embarazo. Fue la hora más larga de mi vida. (y la de Fer también) "Vamos a ser papitos!!!", gritamos en la sala de espera inmediatamente después de leer el POSITIVO. La gente nos miraba...
El test pasó 48 horas en el baño. Ninguno lo quería tirar...jajaja.
Desde ese día, somos tres y mi gato duerme al lado de la panza...